miércoles, 6 de junio de 2012

Fábula del cerdo raza "española"


Hace ya un tiempo estando de vacaciones por la provincia de Zamora,  fui invitado a visitar una finca propiedad de un paisano donde elaboraban unos jamones caseros muy afamados por toda la zona.
Al pasar por una de las pocilgas, me llamó la atención la magnífica y extraña raza de una   hembra  que amamantaba a una camada de lechones.
Por curiosidad, le pregunté al hijo del patrón que me estaba atendiendo, de qué raza                eran esos cerdos.
- Son de raza “española”… pero espere que llamo a mi padre, que él le cuenta cómo se consigue esta raza.
Por la puerta de la cocina emergió D. Nicolás,  un anciano de cabellos blancos que se desplazaba dificultosamente asistido por un bastón de 3 patas y me invitó a sentarme a la mesa del porche donde reposaba un enorme botellón de aguardiente de no menos de 60º.
-¿Ud. sabe cómo se cazan los cerdos  salvajes del monte?, me espetó el paisano sin más trámite, mientras me servía un vasito chato de ese fortísimo aguardiente.
- Bueno, creo que los perros  los acorralan y con un fusil los abaten, le contesté    prudentemente, presintiendo que la  historia venía por otro lado y que el viejo sabía más que yo…
En este caso, no es así. -me dijo don Nicolás-   y prosiguió:
Y cuando le diga cómo los cazo yo y como los “amanso”, Ud. entenderá porqué se los llama de  raza “española” y si es un hombre inteligente,  podrá sacar algunas conclusiones acerca de  porqué a los españoles nos va como nos va.
En el fondo de la finca, detrás de aquel bosque de álamos y hasta la orilla del río, hay un monte agreste sin cultivar. En ese monte abundan las manadas de cerdos salvajes. Para cazarlos comienzo por buscar un claro sin maleza, donde tiro unos puñados de maíz en el suelo. Cuando los cerdos lo descubren, van a comer todos los días, y solo tengo que reponerles diariamente la ración.
Una vez acostumbrados, construyo una cerca en uno de los lados del claro y sigo                   poniéndoles alimento. Durante unos días van a desconfiar, pero terminan por volver. Entonces hago otra cerca formando una “L” con la anterior, y les sigo poniendo  comida hasta que de nuevo dejan de desconfiar y regresan a comer. Y así sucesivamente, hasta que casi cierro los cuatro lados y solo dejo una abertura para un portón. Para entonces se han acostumbrado al maíz fácil, le han perdido el miedo a las cercas y entran y salen casi con naturalidad…
Otro día coloco el portón, lo dejo abierto y sigo poniendo maíz, hasta que encuentro la piara comiendo, entonces cierro la puerta.
Al principio empiezan a correr en círculos como locos, pero ya están sometidos. Muy pronto se tranquilizan y vuelven al alimento fácil, ya que se olvidaron de buscarlo por sí mismos, y aceptan la esclavitud.
Don Nico apuró de un trago lo que  quedaba del cuarto vasito, me saludó y se fue renqueando por la puerta de la cocina.
Nosotros, los españoles debemos darnos cuenta que los gobernantes que tenemos y hemos tenido (PSOE, PP, ¿etc.?) actúan de la misma manera que yo con los cerdos…Nos tiran maíz gratis disfrazado de programas de ayuda, planes sociales, empleos públicos, cargos políticos, jubilaciones millonarias para esos políticos, sueldos para liberados y asesores, dinero para los sindicatos y partidos políticos, leyes proteccionistas, sobornos electorales, etc.…  Todo a costa del sacrificio de las libertades que nos van confiscando migaja a migaja… Y muchos españoles no se dan cuenta que no existe la comida gratis, y que no es posible que alguien preste un servicio más barato que el  que uno mismo hace.  ¿Acaso no ven que toda esa maravillosa “ayuda” que reparte el gobierno, lo hace con el dinero que el pueblo le entrega para bien administrarlo, y no para depredar las libertades y los bienes  de la gente que trabaja y que produce?.
Pero ¿cómo se puede pasar de vivir en un paraíso y en unos años convertirlo en un infierno…?.
¿Cómo pueden exigirnos sacrificios, si los   políticos derrochan nuestro dinero en suntuosos gastos y a la vez ellos se enriquecen?.


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