lunes, 13 de enero de 2014

Diego

Sentado en el quicio de una ventana de una empresa de seguros, debajo de un cartel un anuncio de planes de pensiones, con un cartón donde reza:" Estoy desahuciado, acepto todo tipo de ayuda, ropa, comida". Y un gorro de lana a modo de cesto con unas pocas monedas. Así se encuentra Diego. Un chaval más o menos de mi edad. No se los motivos ni el porque pero tu mirada lo dice todo. Te veo al pasar y algo se remueve en mis entrañas. Quizás compasión o tal vez el ver a alguien de mi edad que está en una mala situación. El caso es que mi mente empieza a agitarse. A la vuelta nos paramos y te ofrecemos algo de ayuda. Una barra de pan es la excusa perfecta para comenzar. "¿Estas bien, podemos ayudarte en algo?." Levantando la mirada lentamente aceptas esta migaja. Muchas gracias, murmuras y en un breve cuestionario sabemos que vives en una casa abandonada y que no tienes ningún tipo de ayuda. Prometemos volver con un poco de ayuda, que pueda servirte para pasar un poco el día.
Calentamos unas lentejas que tenemos, un poco de chorizo , salchichón, queso, unos zumos y un saco de dormir y una cazadora. Cuando vuelvo tu mirada sigue perdida. Sonrio para ganarme tu confianza. Te ofrezco estas pocas cosas mientras te pregunto de donde eres. "De Guadalajara". Poco a poco voy sacando lo poco que he recogido y te ofrezco un café. "No quiero abusar". Respondes. ¿Cómo vas a abusar sin tan siquiera me has pedido nada?. Paso al bar del al lado y pido un café con leche para llevar y un bollo. "¿Es para el de afuera?" Me inquiere el camarero. "Pues sí", respondo orgulloso. "Pues se va a poner muy nerviosos porque lleva 3". ¿Y tu cuantos llevas?, ¿has dormido y comido caliente?, ¿quien eres tu para juzgar?. Pienso. Pero no digo nada, sólo pago. Me acerco de nuevo y me das las gracias por el saco de dormir, ya que sólo tienes una pequeña manta en tu hogar de prestado. La cazadora te hace sonreír "porque al menos es ropa limpia", dices. No vas desaliñado, ni sin afeitar. Tu ropa demuestra que no hace mucho eras uno como yo, con tu trabajo y tu casa. Pero la vida se te ha puesto del revés. Intento indicarte donde queda Cruz Roja, quizás haya un comedor donde puedas echarte algo caliente. Te recuerdo que también hemos incluido unos cubiertos y que las lentejas están calientes, no se te vayan a enfriar. Para despedirme te pregunto tu nombre, "Diego", "yo Jorge". "Espero que todo te vaya bien y no verte más por aquí porque eso significará que te va mejor", digo a modo de despedida y estrechando tu mano. Pongo 10 míseros euros en tu gorro y me alejo con ese amargor que me sube cada vez que me enfrento a este tipo de injusticias.
"Dale de comer al hambriento, y un día serás recompensado." Dicen algunos por ahí. Mi única recompensa sería no tener que hacerlo porque eso significaría que nadie estaría pasando hambre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario