Hace ya un tiempo estando de vacaciones por la provincia
de Zamora, fui invitado a visitar una
finca propiedad de un paisano donde elaboraban unos jamones caseros muy afamados
por toda la zona.
Al pasar por una de las pocilgas, me llamó la atención la
magnífica y extraña raza de una
hembra que amamantaba a una
camada de lechones.
Por curiosidad, le pregunté al hijo del patrón que me
estaba atendiendo, de qué raza
eran esos cerdos.
- Son de raza “española”… pero espere que llamo a mi
padre, que él le cuenta cómo se consigue esta raza.
Por la puerta de la cocina emergió D. Nicolás, un anciano de cabellos blancos que se
desplazaba dificultosamente asistido por un bastón de 3 patas y me invitó a
sentarme a la mesa del porche donde reposaba un enorme botellón de aguardiente
de no menos de 60º.
-¿Ud. sabe cómo se cazan los cerdos salvajes del monte?, me espetó el paisano sin
más trámite, mientras me servía un vasito chato de ese fortísimo aguardiente.
- Bueno, creo que los perros los acorralan y con un fusil los abaten, le
contesté prudentemente, presintiendo
que la historia venía por otro lado y
que el viejo sabía más que yo…
En este caso, no es así. -me dijo don Nicolás- y
prosiguió:
Y cuando le diga cómo los cazo yo y como los “amanso”,
Ud. entenderá porqué se los llama de
raza “española” y si es un hombre inteligente, podrá sacar algunas conclusiones acerca
de porqué a los españoles nos va como
nos va.
En el fondo de la finca, detrás de aquel bosque de álamos
y hasta la orilla del río, hay un monte agreste sin cultivar. En ese monte
abundan las manadas de cerdos salvajes. Para cazarlos comienzo por buscar un
claro sin maleza, donde tiro unos puñados de maíz en el suelo. Cuando los
cerdos lo descubren, van a comer todos los días, y solo tengo que reponerles diariamente
la ración.
Una vez acostumbrados, construyo una cerca en uno de los
lados del claro y sigo
poniéndoles alimento. Durante unos días van a desconfiar, pero terminan
por volver. Entonces hago otra cerca formando una “L” con la anterior, y les
sigo poniendo comida hasta que de nuevo
dejan de desconfiar y regresan a comer. Y así sucesivamente, hasta que casi
cierro los cuatro lados y solo dejo una abertura para un portón. Para entonces
se han acostumbrado al maíz fácil, le han perdido el miedo a las cercas y
entran y salen casi con naturalidad…
Otro día coloco el portón, lo dejo abierto y sigo poniendo
maíz, hasta que encuentro la piara comiendo, entonces cierro la puerta.
Al principio empiezan a correr en círculos como locos,
pero ya están sometidos. Muy pronto se tranquilizan y vuelven al alimento
fácil, ya que se olvidaron de buscarlo por sí mismos, y aceptan la esclavitud.
Don Nico apuró de un trago lo que quedaba del cuarto vasito, me saludó y se fue
renqueando por la puerta de la cocina.
Nosotros, los españoles debemos darnos cuenta que los gobernantes
que tenemos y hemos tenido (PSOE, PP, ¿etc.?) actúan de la misma manera que yo
con los cerdos…Nos tiran maíz gratis disfrazado de programas de ayuda, planes
sociales, empleos públicos, cargos políticos, jubilaciones millonarias para
esos políticos, sueldos para liberados y asesores, dinero para los sindicatos y
partidos políticos, leyes proteccionistas, sobornos electorales, etc.… Todo a costa del sacrificio de las libertades
que nos van confiscando migaja a migaja… Y muchos españoles no se dan cuenta
que no existe la comida gratis, y que no es posible que alguien preste un
servicio más barato que el que uno mismo
hace. ¿Acaso no ven que toda esa
maravillosa “ayuda” que reparte el gobierno, lo hace con el dinero que el
pueblo le entrega para bien administrarlo, y no para depredar las libertades y
los bienes de la gente que trabaja y que
produce?.
Pero ¿cómo se puede pasar de vivir en un paraíso y en
unos años convertirlo en un infierno…?.
¿Cómo pueden exigirnos sacrificios, si los políticos derrochan nuestro dinero en
suntuosos gastos y a la vez ellos se enriquecen?.